El técnico se ha adaptado a lo que tiene, olvidando el juego cicatero del Levante, aunque está pagando su atrevimiento con puntos

Cuando el Valladolid decidió que Juan Ignacio Martínez sucedería a Djukic en el banquillo apostaba por la fiabilidad del alicantino a sabiendas de que necesitaría paciencia para asimilar el cambiodeestilo. Ladelactual técnico del Valencia es la baja más sensible de un equipo capaz de retener a Ebert y que sólo ha visto mermado su potencial por las fugas de Balenziaga y Alberto Bueno. Aunque a quien más echan de menos en Pucela es a Óscar, quien sigue de albivioleta, pero al que las lesiones han amargado el ini-cio del curso. Sin su fut-bolista más determinante la campaña pasada, laefectividad del equipo castellanose ha resentido. Los númeroshablan claro: siete goles en ocho partidos. Un escaso bagaje que ha colocado a los de JIM a las puertas del descenso pese a la irrupción de Mariño en la portería y la consolidación de la retaguardia vallisoletana. Pero más allá de una plantilla tan corta como la de la campaña anterior, el mal que más afecta al equipo vallisoletano es el de la indefinición. Trata de mantener el descaroy la frescura que tantos puntos y tranquilidad le dieron al inicio de la pasada campaña, pero, pese al alarde en la posesión y el destierro del pelotazo, le cuesta un mundo crear ocasiones, no digamos ya materializarlas. Tampoco JIM ha logrado aportar esa solidez de la que dotó a su Levante, del que ha adoptado el 1-4-2-3-1 sin conseguir aún un parecido razonable en el plano defensivo al del rocoso equipogranota. Tampoco su plantel separece. Mucho más liviano y menos tosco, está hecho para crear. Su doble pivote, sin músculo, está mucho más dotado para mover el esférico, aunque la senda más corta hacia el gol sigue siendo la que ofrece Ebert, ya sea en jugada o a balón parado, encargado deabrir atajos para Javi Guerra. A falta de sumar más argumentos.

Noticia: Estadio Deportivo