Con la extraña temporada cada vez más cerca de finalizar y con el Real Valladolid más cerca de cerrarla exitosamente, creo que es un buen momento para reconocer el trabajo de uno de los mejores (sino el mejor) jugador del Pucela esta temporada.

Con Calero traspasado al Espanyol el pasado verano por una buena cantidad de dinero tras una buena temporada y con los constantes rumores sobre la salida de Mohamed Salisu de forma similar, conviene no olvidar que ambos (siendo muy distintos) han tenido algo en común: Francisco José Olivas Alba.

El de Antequera, en su tercera campaña defendiendo la elástica blanquivioleta está completando la que quizá sea la mejor temporada de su carrera a sus 31 años. Y lo está haciendo de una manera sublime, siendo siempre de los más destacados del equipo pero sin hacer ruido, simplemente siendo lo que es; un defensor elegante y a la vez efectivo.

Porque en el fútbol actual dónde predominan esos zagueros duros y corpulentos, tatuados hasta la médula y con pinta intimidadora, se ha hecho un hueco como uno de los mejores centrales de esta liga que vive sus últimas fechas, un sencillo pero trabajador futbolista que está demostrando que no son necesarias ciertas artimañas que muchos utilizan y que se puede ser un gran defensor sin necesidad de amilanar a contrarios y árbitros.

Hasta la fecha, Kiko Olivas solo se ha perdido un encuentro por molestias en esta liga y ha disputado los 90 minutos en 30 de los 32 partidos que llevamos. Todo esto con tan solo un par de tarjetas amarillas y con la ridícula cifra de 12 faltas cometidas hasta el momento (espero no gafarlo). Sin ser un jugador especialmente potente físicamente, veloz ni excelso en el juego aéreo, ha sabido encontrar su hueco en un equipo de Primera División a base de colocación e inteligencia a la par que esfuerzo y entrega. Probablemente el estilo de este Valladolid en el que la solidaridad defensiva es la primera seña de identidad, beneficie claramente a Olivas pero lo complicado es llegar a este nivel siendo pulcro y aseado; como le gustaba decir al gran Andrés Montes. Sin dar una mala patada a un rival, sin abroncar jamás a un compañero y sin protestar de manera visible a un árbitro, ha logrado que (si exceptuamos los traspiés ante Athletic y Alavés) el Valladolid sea uno de los equipos más fiables defensivamente hablando de la liga.

Hay muchos ejemplos de todo esto y el último fue el pasado viernes. En un partido en el que los defensas sevillistas se cansaron de “moler a palos” a los delanteros pucelanos, Kiko Olivas respondió dando una nueva clase magistral de seguridad, colocación y limpieza. Por si fuera poco, en una gran jugada de estrategia, anotó el gol del Pucela que supone más de media salvación.

Con esto no quiero desmerecer la temporada de jugadores como que también han contribuido y mucho a la seguridad defensiva del Valladolid, pero creo que es justo destacar al que, para mí, está siendo el mejor sin llevarse tantos elogios ni titulares. Opiniones hay para todos los gustos y muchos aficionados suelen identificarse con jugadores estilo Sergio Ramos (por poner un ejemplo más que conocido), sin embargo, yo me siento orgulloso de que el baluarte defensivo del pucela vista, impoluto, de traje y corbata.