La temporada 2017-18 de Osasuna solo tiene un nombre a día de hoy: Braulio Vázquez. Todo lo demás es provisional, y hasta el propio director deportivo también si hay nueva Junta en octubre.

Tras el descenso a segunda división en una campaña para olvidar, con un final estrepitoso en Sevilla (5-0), el objetivo debe ser darle un cambio total a un equipo perdedor, con escasa mentalidad, hundido y diezmado por las lesiones.

Lo primero será fichar a un entrenador y los tiros parece que van a por el del Sevilla Atlético Diego Martínez.

La clave de todo es fichar jugadores con calidad y darle a la nueva categoría la importancia y la dificultad que tiene. No olvidemos que los rojillos descendieron en 2014 a segunda y Javier Flaño evitó el desastre de bajar a Segunda B en el último minuto del partido jugado en Sabadell.

Cuando se habla de un proyecto de cantera no hay que confundir a los chavales que suben del filial para completar una plantilla profesional con los que hay que fichar para que la plantilla sea competitiva y busque el ascenso, único objetivo de la próxima temporada.

Lo tiene complicado Braulio Vázquez, segundo plato de Sabalza tras la negativa del pamplonés César Palacios que también tenía contrato hasta 2019 y decidió no romperlo con el Numancia.

La realidad es tozuda y nos dice que Braulio debe hacer un equipo nuevo. Se van jugadores como Sergio León, Oriol Riera, Riviere, Digard, Sirigu, y quizás algún otro como Berenguer, Vujadinovic, Raoul Loe, Mario, etc.

A ello hay que unir a los lesionados como Tano Bonnín, los hermanos Flaño, David García, Jaime Romero, Tienza y De las Cuevas.

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