Noticia de El País de 3 DIC 1993. El Valladolid despide a Walter Lozano por sus habituales andanzas nocturnas

Llegó rodeado de polémica y se va envuelto en un escándalo. Walter Óscar Lozano pagó a un precio muy alto sus habituales andanzas nocturnas y el Valladolid perdió la paciencia. El futbolista no volverá a vestir la elástica, como él decía, blanquivioleta. Un conocido club de alterne y un horario poco adecuado para un deportista sirvieron como argumentos para la sentencia: despedido. «No he puesto 35 millones en el club para que tú te vayas de putas», le dijo un directivo al sorprenderle en el local y a punto estuvo de terminar todo en un combate cuerpo a cuerpo.Lozano no llegó a encajar, pero se convirtió en el elemento más querido de la peña vallisoletana más significativa. Salió de su Argentina con 21 años, dejando el olor a fútbol del ambiente próximo al Boca Juniors, para consolidarse en Europa. Estuvo escondido un día entero en un hotel hasta que el Valladolid hizo público su fichaje. Unos partidos en Primera División bastaron para definirle como un defensa al más puro estilo argentino: melena suelta, camiseta por fuera y una dureza temida por los delanteros. La entrega del campo la traspasaba a su vida diaria. Era irreconducible.

Con Pacho Maturana no llegó a jugar. No encajaba en la concepción futbolística del técnico colombiano. Así, Lozano comenzó un trasiego de cesiones: el Salamanca y el Lleida, donde reafirmó su condición de ídolo. Pero su carácter daba muestras de mantener una filosofía fiel. Aún no se había inventada la ruta del bakalao, pero él recorría muchos kilómetros. Una noche de Copa tomó su coche en Lérida y se presentó en Valladolid para saludar a su amigo Solari, que visitó el estadio Zorrilla con el Tenerife. A la mañana siguiente, se entrenaba a orillas del Mediterráneo con Mané.

Volvió al Valladolid en Segunda y fue fundamental en el ascenso. Prometió cortarse su coleta si se subía y en Palamos lo hizo. En la recepción oficial en el Ayuntamiento, portaba una bandera con los colores del club.

Se retrasó en más de una semana a los entrenamientos de esta pretemporada y el Valladolid le multó. Además, le exigió mayor celeridad en los trámites de su nacionalización, aunque él siempre dejó constancia de su escasa disposición a ello.

La guinda

La guinda llegó con su escapada más inocente. Acudió a un club de alterne «a tomar la última», dijo, y le sorprendió un directivo, Francisco Izquierdo, cuyas actividades tienen relación con la hostelería y que había sido alertado de su presencia: «Aquí tienes a tres de tu equipo».Lozano estaba muy bien acompañado. No sólo por las animadoras del local, sino también por tres jóvenes futbolistas. Uno, Garrido, ni siquiera ha debutado en el primer equipo y juega en el filial de Segunda B. Otro, Iñaki, disfruta de sus primeras oportunidades como titular en Primera. El club les ha sancionado, pero con Lozano ha ido más lejos: se le acusa de incumplir horarios y de llevar por el mal camino a sus compañeros.

El caso está en manos de abogados que negocian la rescisión del contrato. Mientras tanto, se mantiene abierta la polémica de su fichaje, calificado en su día como un fraude por una presunta duplicidad de venta. Lozano es sinónimo de controversia.

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