No es muy habitual que en el Deportivo Alavés se crucen pasado y presente en lo que a entrenadores se refiere, pero Mendizorroza acogerá mañana el duelo entre el anterior y el actual inquilino del banquillo local. Alberto López y José Bordalás. Dos maneras completamente diferentes de entender el fútbol. Dos trayectorias profesionales que no guardan ninguna similitud. Dos estilos totalmente distintos fuera del campo. El Glorioso es el único nexo entre los dos protagonistas de un duelo entre dos polos opuestos. Las carreras de uno y otro en el mundo del fútbol no tienen nada que ver. Bordalás fue un delantero que estuvo durante gran parte de su carrera ligado al Hércules pero que nunca llegó a degustar las mieles del fútbol profesional y que hubo de colgar las botas a los 28 años por culpa de las lesiones. Alberto, que era portero, representa uno de los casos de mayor longevidad en Primera División, categoría en la que estuvo dieciséis temporadas y en la que se retiró con 40 años. El actual técnico albiazul comenzó de inmediato su carrera en los banquillos en una trayectoria que define a la perfección a un hombre hecho a sí mismo. Primera Regional, Regional Preferente, Tercera División, Segunda B y Segunda, una categoría en la que se ha convertido en un referente en las últimas temporadas. El en caso del ahora entrenador del Valladolid, la puerta del fútbol profesional se le abrió tras una breve etapa en las categorías inferiores del Real Unión, un paso efímero por el filial alavesista y algo más de media temporada como asistente en el primer equipo, al que condujo a una salvación milagrosa. Más allá de sus estilos futbolísticos, que por lo visto en Vitoria nada tienen que ver, sus personalidades a la hora de entender este deporte y la vida también son completamente diferentes. En el banquillo, en el transcurso de un partido, el alicantino es todo intensidad, uno de esos técnicos a los que les falta espacio para correr arriba y abajo y en no pocas ocasiones incluso invaden el césped. Gesticulante y vehemente, vive cada encuentro con la intensidad de quien se juega la vida en cada envite. Todo lo contrario que el irundarra, que encaja a la perfección en el perfil de hombre tranquilo y sereno que nunca pierde la calma y se mantiene impertérrito aguantando a pie firme una tormenta o la canícula sin que nada parezca afectarle. DISTINTOS DENTRO Y FUERA También en la manera de expresarse son dos personas completamente diferentes. Dos ruedas de prensa por semana dan mucho de sí. Ninguno destaca por su locuacidad, pero Bordalás, siempre que lo estima oportuno, es directo y no duda a la hora de lanzar la piedra sea contra quien sea. Ahí están toda esa serie de declaraciones que para muchos, incluso en el seno del propio club, han sido incendiarias. Salidas de tono imposibles de encontrar en un Alberto que no levantaba una palabra por encima de otra, aunque, eso sí, dejaba de vez en cuando algunas perlas de humor finísimo que descolocaban a cualquiera. Pero las diferencias no se quedan solo en lo que tiene que ver con el plano profesional. Fuera del campo también son dos personas totalmente distintas. La cercanía de Bordalás con todo lo que rodea al club dista mucho de esa figura seria y distante, casi aséptica, de un Alberto que ha trasladado al banquillo el mismo carácter del que hizo gala cuando actuaba bajo palos. Desde que llegó a Vitoria, el alicantino se abrió de par en par al entorno alavesista. Su primera rueda de prensa, tras la que saludó uno por uno a todos los allí presentes, todavía es recordada. Siempre atento, regalando un apretón de manos y con intención de mostrarse cercano buscando directamente el contacto. No hace falta pedirle que pose una foto porque siempre se ofrece antes y su atención para con los seguidores es una constante en cualquier momento, ya sea cuando pasea por la calle o asistiendo a los eventos que se organizan alrededor del club. Los elogios a la afición desde su boca han sido una constante, es muy querido y se hace querer. Quizá para potenciar esa sensación de cercanía, Bordalás vive en el centro de la capital alavesa. Mientras, Alberto puso tierra de por medio y fijó su residencia en casa de unos familiares de su mujer en las proximidades de Elburgo. El día y la noche también en este sentido. El deje del futbolista que marca las distancias entre el profesional y los elementos que rodean al club acompaña al irundarra en su andadura como técnico. Así, pese a haber protagonizado uno de los capítulos más memorables de la historia alavesista, esa seriedad que caracteriza a Alberto propició que en ningún momento disfrutase del cariño que ahora acompaña -de manera mayoritaria, aunque hay también excepciones- al actual técnico alavesista. Eso sí, dentro de ese semblante mucho más adusto, el entrenador del Valladolid siempre tuvo un comportamiento exquisito con el entorno y dentro del club sigue siendo una persona muy querida. Bordalás y Alberto. El presente y el pasado más inmediato del banquillo de Mendizorroza. Dos maneras diferentes de entender el fútbol y de vivir la vida. Dos polos completamente opuestos que mañana cruzarán sus caminos.Link: http://www.noticiasdealava.com/2016/05/07/alaves/dos-polos-opuestos