Ya no soy el entrenador del Real Valladolid, y mis primeras palabras quiero que sean: GRACIAS. Ha sido un HONOR. 
Desde esa sensación de orgullo por haber formado parte del historia de este club como jugador y entrenador, quiero dirigirme a toda la familia vallisoletana para mostrarles mi más incondicional apoyo en el futuro próximo y mi máximo respeto y cariño por el trato recibido.
Este deporte, y todos, tienen esta cara desagradable que te deja con el cuerpo cortado porque crees que puedes seguir con una buena labor, -para culminarla-, pero por otro lado, los resultados cicateros, -metidos en mala racha-, te  colocan, también, en la dificilísima tesitura de la ley del fútbol: Si no ganas, vas fuera. Así de cruel. Así de simple.
Los balances conviene hacerlos al final de las competiciones, -y aunque mi ciclo al frente del Real Valladolid ya se ha terminado-, siento que no debo hacerlo para, ¡ojalá!, ayudar a que el equipo encuentre su buen ritmo y estilo en las siete jornadas que restan, y se fuercen al máximo las posibilidades, sean las que sean.
De estos meses en mi Pucela me quedo con el trabajo impecable de los jugadores, al margen del acierto. Ellos con su compromiso y su fé, me han ayudado a sacar al equipo de los puestos de descenso -dónde me lo encontré cuándo llegué- para dejarlo cerca de la promoción. Sí, es cierto, que en las tres últimas jornadas hemos pinchado, y por eso estoy escribiendo estas líneas, pero es innegable la evolución de este grupo por aupar al club a los puestos que, TODOS, entendemos que merecíamos. También, conviene no despreciar que, tal vez, hemos sido muy optimistas.
No quiero simplificar, pero no es fácil en una categoría como ésta, sacar a un equipo en una dinámica como la que teníamos cuándo llegué. Ahora, en esta mala racha, esa reacción toma, si cabe, una mayor importancia. Máxime cuándo la suerte NO nos ha ayudado en nada. El fútbol está en deuda con este entrenador y con este equipo…
Quiero expresar mi agradecimiento a la Directiva, por confiar en mí; a todos los empleados por su profesionalidad y dedicación; a los jugadores por aplicarse a su profesión a pesar de los problemas físicos, lesiones y sanciones que tanto nos han lastrado (¡qué coraje!)… Y, por supuesto, no quiero olvidarme de los medios de comunicación, a los que valoro muy positivamente por su respeto y crítica constructiva.
Dejo para el final, de manera muy especial, a los aficionados del Pucela… Ellos son los grandes activos del Real Valladolid y los más damnificados y decepcionados por esta temporada tan irregular. Sólo pido que sigáis ayudando al equipo de vuestro corazón, -el mío, también-, para que persevere en el esfuerzo y la mejora. De veras, sois muy importantes, y no sabéis cómo se agradece cuándo nos lleváis en volandas.
Para con todos y cada uno, quedo en deuda, y ruego que el futuro me permita devolver el cariño recibido. Mientras eso llega, -repito-, y termino como comencé esta carta de despedida:
GRACIAS. Ha sido un HONOR. ¡¡¡VAMOS PUCELA!!!
Un fuerte abrazo,
Miguel Ángel Portugal.
25.abril.2016