La falta de pegada ha jugado un papel clave en la inercia negativa. Tres goles marcados en las 11 jornadas que precedieron el duelo de Mallorca es un dato clarificador, en toda la temporada sólo 14, lo que le convierte en el equipo menos realizador de Segunda.

Aunque buena parte de las derrotas fueran por la mínima. La mala suerte también ha tenido trascendencia: goles en contra en la prolongación (el Albacete en San Mamés), penaltis errados, o transformados pero obligados a repetir (Aketxe ante el Elche).