Las siglas H.H., al menos en fútbol, nos conducen a Helenio Herrera, no hay duda. Sin embargo, y también entrenador que lo fue del Real Valladolid, Heriberto Herrera comparte con Helenio profesión, apellido y equipo, amén de otras cosas, aunque también eran distintos. No me termino de creer que Helenio prefiriera jugar mejor con diez que con once; seguro que Heriberto pensaba que mejor con el plantel completo. Lo que Helenio tenía de innovador, Heriberto lo tuvo de exigente y duro. Cada uno a su manera. Uno ‘el mago’, otro ‘el sargento de hierro’, cosas de apodos, pero los dos H.H.

El paraguayo aunque de padre español Heriberto Herrera Udrizar (24-04-1926, Guarambaré -26-07- 1996, Asunción) fue internacional con Paraguay y con España. Tras colgar las botas en el Atlético de Madrid después de seis campañas donde fue un destacado pelotero, comenzó a entrenar al Tenerife en la 60-61. Con aún poca experiencia y en circunstancias al menos curiosas se hizo con las riendas al año siguiente del Real Valladolid. Luego dirigiría al Español un año y seguiría su trayectoria en el Elche, Juventus de Turín (dos títulos de liga y copa), Inter, Sampdoria, Atalanta, Las Palmas, Valencia, Español y Las Palmas en 1981-82, para más de dos décadas entrenando.

Su aterrizaje como técnico de la escuadra blanquivioleta llegó en la temporada 61-62. Paco Lesmes comenzó al frente del equipo ese año, aunque luego sería Soler el encargado de hacerse con el mando tras las Navidades. Algunos malos resultados en la recta final y tal vez el bajón anímico del equipo terminaron por cargarse a Soler que presentaba su dimisión a finales de marzo. Heriberto Herrera le sustituía el 4 de abril de 1962 para disputar la fase de promoción a Primera División. Y es que los blanquivioletas habían acabado segundos el campeonato (en su grupo) y debían de jugarse el ascenso con el CD Español que caía desde la máxima categoría. Dos partidos para un éxito o un fracaso.
El primer encuentro de promoción llevó al Valladolid a Barcelona el 29 de abril. Los periquitos ganaron 1-0 pero el héroe del encuentro fue el meta blanquivioleta Calvo que se encargó de detener un penalti cuando las cosas peor estaban. Heriberto, que ya tenía fama de hueso duro, supo en esos dos partidos y en los pocos entrenamientos que dirigió, afianzar esa misma. «No nos comentaba nada tras el partido, lo hacía unos días después de haber ‘limpiado los cables’. Nos ponía alrededor suyo y empezaba uno por uno: García, ‘chulo’, –y alzaba la voz– dando pataditas a los contrarios en los tobillos… En ese momento daba una palmada con el canto de su mano que sonaba atronadora en el eco del vestuario…», quienes argumentaban esto son parte de los componentes del plantel que ese año logró la machada del ascenso. «Hay que jugar a muerte, sin tregua y sin cuartel. Al contrario hay que tenerle mucho respecto. Se va a disputarle la pelota, pero si en la refriega se le arranca la cabeza qué le vamos a hacer», señalaban sus jugadores en boca del sargento de hierro.

Para el enfrentamiento de vuelta disputado el 6 de mayo, el Valladolid se iba a concentrar en un hotel de Simancas. Allí se fraguó la remontada. Y es que los blanquivioletas veían cómo el 1-0 que igualaba la contienda, obra del aleccionado García, ponía rápido las cosas a su favor. Con el Pucela mejor posicionado, Mirlo condujo la bola por el interior derecho y asistió a Gómez. El lateral catalán ganó la línea de fondo y centró, García tocó de cabeza y Rodilla (la memoria de otros dicen que Morollón) empujó el balón a la red ante el júbilo vallisoletano.

La plantilla se repartió una buena prima tocando a 35.000 pesetas por cabeza de hace ahora medio siglo con las que el guardameta y héroe del primer encuentro Calvo ‘Calvito’ se tumbó sobre la cama y se empapeló de billetes que cubrieron la totalidad de su cuerpo. Para Heriberto Herrera fue una prueba de profesionalidad ya que al año siguiente firmaría precisamente por el Español, equipo al que indirectamente descendió ese día, para jugar en Segunda. Allí, en esos dos partidos con el Valladolid, se acababa el periplo del otro H.H., Heriberto Herrera, el breve sargento de hierro, luego destacado y longevo comandante con más de 20 años de ejercicio profesional.

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