EL NAVARRO NO MANEJA SALIR COMO CEDIDO PESE A QUE VALVERDE HA ACENTUADO SU OSTRACISMO EN LA DOBLE CITA ANTE EL DEPORTIVO Y EL CELTA

El suyo es un asunto un tanto delicado. O sea, se trata de una especie de expediente X. O quizá sea muy sencillo. No gusta al entrenador y se acabó. Sea como fuere, Kike Sola sufre su propio vía crucis desde que llegara al Athletic en el verano de 2013, después de que la entidad bilbaina hiciera frente a un desembolso de cinco millones de euros a Osasuna. Entonces, el de Cascante -que ya había permanecido cinco campañas en Lezama en las categorías infantil, cadete y juvenil- se las prometía muy felices en su regreso, por cómo se había reivindicado como rojillo y por la fuerte apuesta gestada en Ibaigane.

El fútbol, sin embargo, impone su propia ley. Kike Sola no ha convencido a Ernesto Valverde, que, como técnico, tiene su visión muy personal de los jugadores que maneja y el navarro ya recibió en persona el mensaje del entrenador de que el pasado julio tenía vía libre para buscarse un destino. Sola, que el próximo 25 de febrero cumplirá 28 años de edad y al que le queda de contrato esta campaña y tres más, se blindó en su idea y tiró de la convección de que podía dar la vuelta al calcetín, deseo que como se sabe no se ha cumplido.

Los últimos días quizá hayan sido los más duros para el delantero, después de que se quedara fuera de la expedición a Galicia, donde el Athletic debía hacer frente a dos compromisos casi seguidos, ante el Deportivo en Liga y ante el Celta, mañana, en Copa. Le ha costado digerirlo, conocedor de que Aritz Aduriz no podía jugar en Riazor, de que Guillermo está en el dique seco y, para más inri, viajó el cachorro Iñaki Williams, que tuvo sus minutos ante el Dépor. Un cóctel de situaciones que ha arrojado más sal sobre la herida que supura a Sola, que se perdió prácticamente el curso pasado por culpa de las lesiones y que en este solo ha asomado en un puñado de minutos ante el Valencia en Mestalla y el Córdoba en San Mamés.

Sola había descartado salir cedido en este mercado de invierno recién abierto, una decisión que mantiene firme a pesar de los golpes que recibe. No se replantea cambiar de opinión, aunque los acontecimientos pueden variar en las próximas fechas. La derrota de los leones en Riazor, causada entre otras razones en la falta de pegada, ha hecho aflorar el debate sobre el ostracismo que padece el navarro, que ya vivió una experiencia parecida en Osasuna durante la etapa de José Antonio Camacho como técnico de los rojillos. Entonces, tuvo que salir cedido la misma temporada, 2009-10, al Numancia, primero, y al Levadiakos griego, después.

PACIENCIA En aquellos tiempos, también duros, se reforzó mentalmente y volvió a Osasuna, donde ganó protagonismo con Cuco Ziganda y José Luis Mendilibar en el banquillo. Precisamente, fue con el de Zaldibar con el que se revalorizó en Primera División, con una tarjeta de nueve goles en su último año como osasunista y que le valió para que el Athletic afrontara su fichaje, en el deseo que se convirtiera en un futbolista importante para Valverde, con el que no ha llegado a tener buen feeling.

Sola se agarra a la paciencia que tuvo en Osasuna para mantener su confianza en jugar partidos como rojiblanco. Pero la paciencia también se puede agotar. Las próximas semanas pueden resultar decisivas, sobre todo en función del recorrido del Athletic en Copa y con el reencuentro con la Europa League a poco más de un mes vista. En el club y en el entorno del de Cascante hacen un diagnóstico común: la temporada aún puede ser muy larga. Sin embargo, un adiós tempranero en el torneo copero abriría un escenario que podría llevar al delantero a tomar otra decisión, consciente de prácticamente se le cerraría el pequeño resquicio que aún vislumbra para disponer de una oportunidad.

Sola continúa a la espera, como también lo hacen Toquero y Aurtenetxe, los otros proscritos. No se da por vencido, avisan los que le conocen. El hecho de que las elecciones a la presidencia del Athletic del 27 de marzo pueden aclarar quién será el entrenador a partir de julio también propician esa reflexión. En caso de que Valverde renovara su contrato y siguiera sin dar bola al navarro, este manejaría un futuro lejos de Bilbao.

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