Carlos Suárez lleva tres días sin querer hacer declaraciones. No lo hizo tras el encuentro en Granada, donde bajó a los vestuarios después de la mala imagen dada por los futbolistas blanquivioletas. No lo quiso hacer a lo largo del fin de semana, entendiendo que no era bueno hablar en caliente y mucho menos antes de dirigirse a sus jugadores -porque la reunión de ayer estaba ya planificada después de lo visto en Los Cármenes-.
Y tampoco habló ayer. El presidente y máximo accionista del Real Valladolid tiró de ironía ante la insistencia de los medios de comunicación que desde primera hora habían hecho guardia en la puerta del estadio José Zorrilla: «Aunque no lo creáis, he estado mirando goteras… aparte de las que ya tenemos».
Hasta en tres ocasiones se le pidió que diese sus impresiones sobre la reunión de ayer en el estadio, aunque mantuvo silencio, primero negando que hubiese tal reunión, más tarde dejando la frase anteriormente leída y ya a punto de finalizar el entrenamiento, volviendo a dejar claro que no era su momento. Sí hablaron Alberto Marcos y Javier Baraja.

El capitán. «Hay que buscar una reacción ya. Esperemos que sea a tiempo. Por experiencias anteriores las reacciones vinieron más tarde y no surtieron efecto. Esperemos que sea un punto de inflexión y el partido de Granada haga que espabilemos y vayamos sacando puntos», señaló el capitán blanquivioleta.

Baraja está curtido en mil batallas y sabe lo que tiene que decir en estos casos: «A partir de ahora, esperemos que lo que hemos hablado se refleje en el campo, y con más trabajo que el equipo salga de ahí».
El vallisoletano fue crítico: «Esperemos que todos los que estamos sepamos lo que nos jugamos. El grupo no está funcionando, llevamos 19 jornadas, hemos jugado prácticamente todos y estamos en las circunstancias que estamos»; pacificador: «La gente está concienciada. Hay mucha gente que tira del carro»; y se mantuvo fiel a su entrenador: «Máximo apoyo y no cabe otra que seguir de la mano suya. Es un hombre con experiencia».