Terminó la liga más extraña que recuerdo, una liga que comencé disfrutando de nuevo en Zorrilla como abonado tras muchos (demasiados) años de ausencia y terminé viendo en el sofá de casa a través de la televisión; curiosamente igual que empezó, venciendo al Betis con goles de Óscar Plano y Guardiola

Una temporada muy atípica en la que con orgullo podemos decir que el Pucela ha finalizado decimotercero y ha logrado la permanencia con solvencia y sin pasar apuros un par de jornadas antes del final con (conviene recordarlo) el segundo presupuesto más bajo de la categoría.

Técnicos y jugadores han llevado a buen puerto este objetivo con las mismas armas que ya conocemos desde que Sergio González se hizo cargo de este equipo: trabajo, solidaridad, sacrificio y una buena dosis de fe.

En las últimas semanas hemos dejado de oír o leer a todos los agoreros que pronosticaban un descenso seguro antes de acabar 2019, que luego pasaría a ser en Semana Santa y que finalmente se ha convertido en una salvación “gracias a que ha habido tres equipos muy malos”. Hemos dejado de ver estas sandeces, pero no se preocupen, pronto volverán. 

Lo cierto es que hay algo de verdad en lo que afirman algunos, como por ejemplo que a priori la plantilla del Real Valladolid no parece la más competitiva y puede no invitar a ser muy optimista. Sin embargo, este equipo ha vuelto a ser esta temporada precisamente todo lo contrario, uno de los bloques más competitivos de la liga.

Y es que los datos son elocuentes, el Real Valladolid ha sido capaz este año tan caótico, de puntuar ante TODOS los equipos contra los que ha jugado, a excepción del F.C. Barcelona. No he investigado cuantos equipos han sido capaces de lograr esto, pero estoy seguro que no muchos. 

Esta plantilla de “mediocres” jugadores ha plantado cara a todos y cada uno de los equipos de la primera división, a todos menos a uno les han “rascado” algún punto y se cuentan con los dedos de una mano los partidos en los que no han sido capaces de competir de igual a igual contra equipos más poderosos.

Sergio ha logrado eso, un conjunto de trabajadores peleando por un objetivo común, con pocas fisuras y anteponiendo el bien colectivo al lucimiento personal, todo con escasa participación por desgracia, de los nuevos jugadores que llegaron el pasado verano (no todo va a ser bonito).

Es cierto, no me he divertido mucho viendo los partidos del Pucela, pero me he sentido muy orgulloso de mi equipo, de su lucha, de su pelea de su solidaridad en el campo. He sufrido y me he desesperado viendo nuestra incapacidad para llegar a la portería rival en cada encuentro pero, por el contrario, también me he dado cuenta de las pocas veces que ha acabado un partido con la sensación de haber logrado un punto inmerecido o de tener la sensación de que un equipo haya sido mejor que el Pucela.

Y esta ha sido la principal virtud de este grupo, el ser capaces de desactivar a cualquier rival, de hacerlo peor de lo que realmente es, y eso, solo se consigue con jugadores comprometidos y con técnicos estudiosos del rival. El Valladolid será aburrido, no lo voy a negar, pero hacía mucho tiempo que no era tan reconocible como lo es ahora. 

En pocas semanas dará comienzo una nueva temporada, estamos en tiempo de hablar de fichajes, salidas, proyectos, etc. No faltarán los que exijan ese salto de calidad para luchar por cotas más altas,pero lo cierto es que ni fichar jugadores de calidad contrastada, ni hacer una gran inversión en plantilla te garantiza nada; sino, que se lo pregunten a Calero.

Estoy seguro también de que hay mucha gente que opina como un servidor. Mejor seguir haciendo las cosas bien y con calma, completar la plantilla con jugadores comprometidos y trabajadores. Obviamente, me hubiera encantado que Ben Arfa se hubiera “salido” o que el Pucela estuviera en la pelea por fichar algún crack mundial, pero valoremos en su medida lo que tenemos y vayamos con ellos a muerte, se lo han ganado. El caviar puede estar muy bueno, desde luego, pero para el día a día, yo prefiero las “croquetas”.