Si hay una buena noticia que nos dejó el encuentro ante el Espanyol, además obviamente de los tres puntos de oro obtenidos, fue la confirmación de que la mejor versión de Rubén Alcaraz está de vuelta.

Confirmación porque desde hace 3 ó 4 jornadas ya se empezaba a vislumbrar que la crisis por la que ha pasado el barcelonés durante esta temporada estaba llegando a su fin. Una temporada en la que una lesión y su posterior recaída nos han impedido disfrutar de uno de los jugadores más importantes de este Real Valladolid. Dos lesiones que,sin ser de una duración excesiva, no han permitido al jugador desarrollar todo el fútbol que lleva dentro y que pudimos ver en todo su esplendor ante el Espanyol. 

Sin embargo, consecuencia de las lesiones o no, lo cierto es que durante la primera vuelta tampoco habíamos visto al Alcaraz de años anteriores en el campo y quizá la ansiedad por recuperar su mejor forma, había provocado que no reconociéramos del todo al “14” del Pucela. Durante muchos partidos de esta temporada, incluso antes de la lesión, habíamos visto a un jugador algo desubicado, particularmente lento y demasiado pasado de revoluciones en muchas ocasiones, hasta el punto de que el equipo mejoró con la entrada de jugadores como Joaquín o San Emeterio que en alguna ocasión relegaron al Alcaraz al banquillo.

Hace siete jornadas que Rubén Alcaraz recuperó la titularidad, pero en los primeros encuentros también nos encontramos con un jugador algo desdibujado y, pese a que ante el Real Madrid empezamos a vislumbrar la luz al final del túnel, no fue hasta el encuentro en Mallorca, donde ya Alcaraz comenzó a ser él mismo. Su gol y su buena primera parte ante el Villarreal nos llenaron de optimismo pese al resultado final; de igual manera que ocurrió en Granada donde el partido de Alcaraz también fue bastante completo.

Sin embargo, ayer ya pudimos ver a un Alcaraz totalmente reconocible y volviendo a ser el jugador clave que lleva siendo en el Pucela desde que llegara en el verano de 2018. Ante el Espanyol, Rubén se adueñó del partido desde el primer minuto y el equipo lo notó y mucho. Es cierto que hasta la expulsión de David López, el partido no tenía un claro dominador pero la figura de Alcaraz en el centro del campo ya estaba empezando a eclipsar a todas las demás, cuestión que se acrecentó cuando los de Abelardo prácticamente renunciaron a ganar el partido y se dedicaron a defender el resultado. Desde ese momento emergió el mejor Alcaraz, destruyendo y distribuyendo a partes iguales, mandando, colocando al equipo, llegando al área y tirando a puerta con poca fortuna pero mucha intención. Volvimos a ver a ese jugador con garra y que no se amilana ante nadie, que está en todas las peleas para imponer su ley; en otras palabras ejerciendo como lo que debe ser: el líder de este equipo. Resultó muy interesante ver de nuevo su asociación con Plano o Toni y demostró que, además de su brega, su visión del fútbol y su capacidad ofensiva son claves para el buen funcionamiento de este equipo. Su regreso, además, dotó al equipo de ese punto de agresividad (bien entendida) que los de Sergio han echado en falta en ciertos momentos.

Recuperar a este jugador resulta, bajo mi punto de vista, fundamental para lograr la permanencia ya que en los últimos tiempos se ha convertido en uno de los baluartes del Pucela y debe seguir siéndolo dada su reciente renovación; no olvidemos que, estando en forma y con sus defectos, podemos estar hablando de uno de los centrocampistas más completos de toda la Primera División y un lujazo para un equipo como el Real Valladolid.