Artículo escrito por Víctor Fernández

(@VictorPucela73)

Segunda jornada y segunda campanada del Pucela. El equipo de Sergio González ha comenzado la temporada de la mejor manera que se podría esperar. Esta vez el poderoso Real Madrid no fue capaz de doblegar a los blanquivioletas que de nuevo volvieron a incidir en el juego que les dio la victoria en el Villamarín.

Dos cambios introdujo el técnico respecto a Sevilla (tres si contamos el de Ünal que ya tuvo que jugar por la tempranera lesión de Sandro), Porro por Antoñito y San Emeterio por el lesionado Alcaraz. Difícil papeleta tenía el cántabro sustituyendo al motor del equipo pero el ex del Granada demostró lo que ya se suponía; que está listo para la primera división.

Si el plan de Sergio era aguantar la primera parte e ir a por el partido en la segunda, desde luego no pudo salir mejor la jugada. Arriesgada era, por supuesto, pero si sale…

El Real Valladolid volvió a ser el equipo conjuntado que ya vimos ante el Betis. Solidario, todos defendiendo y todos atacando, siempre buscando tapar el agujero que deja el compañero, con un derroche físico emocionante por momentos. El Madrid apretó, sí. Pudo y mereció marcar, también, pero cuando enfrente hay un equipo ordenado y con las funciones tan definidas en cada una de sus piezas, el mágico desorden de los de Zidane se vuelve hasta vulgar. Es cierto que el Madrid tiró y tiró pero atacaba por impulsos, sin orden ni concierto y cada ataque un poco elaborado era desbaratado por los peones pucelanos siempre en su sitio -mención especial para un Kiko Olivas imperial-. La primera parte tuvo algún lapsus,pero defensivamente fue todo lo perfecta que puede ser ante todo un Real Madrid; el plan funcionaba pese a que el Pucela apenas había cruzado la línea divisoria.

La primera jugada de la segunda parte ya fue una declaración de intenciones con la delantera pucelana presionando la salida del balón del Madrid; el plan seguía su curso. El Madrid se iba cansando de atacar y el Valladolid comenzaba a estirarse, Míchel aparecía, Nachoempezaba a asomar por su carril mientras la defensa seguía a lo suyo. Zidane ponía más pólvora en su ataque y Sergio apostaba por un chavalín desconocido por los aficionados de Chamartín llamado Waldo: la guinda de su plan.

El pacense revolucionó el partido con su verticalidad y animó a sus compañeros a buscar las cosquillas a su rival haciendo que el Bernabéu comenzara a dudar de los suyos.Eran los mejores minutos del Valladolid pero quedaron en nada con el golazo de Benzema, ¿Fracasaba el plan de Sergio?. Rotundamente no, solo era una piedra en el camino, algo que podía pasar ante un equipo de ese calibre. Sin embargo, el Pucela sabía que seguía teniendo el partido donde lo quería y lo siguió compitiendo, lo siguió disputando hasta que llegó su oportunidad y no la desaprovechó. Míchel -ese jugador que muchos dicen que  se le acaba el fuelle a los 30 minutos- presionó para robar un balón que Plano transformó en oro y que Guardiola depositó en el fondo de la red.

Después del empate, el plan aún no había finalizado y aquí llegó para mi lo mejor. El Pucela acabó el partido en campo contrario y supo contemporizar y perder el tiempo necesario para que el encuentro muriera, cosa que muchas veces criticamos. Supo jugar al “otro” fútbol que tan poco gusta (a mi el primero) pero que tan necesario es, para llevarse un puntazo del Bernabéu.

El plan tampoco terminó ayer, señores, el plan de Sergio no solo es tratar de ser tácticamente mejor que el rival, sino hacer creer a un equipo con muchas limitaciones que con esfuerzo, trabajo en equipo y humildad todo es posible. Hemos empezado muy bien pero tranquilidad, Levante y Osasuna son nuestros siguientes rivales; rivales directos, además, y ahí es donde tenemos que seguir el plan a rajatabla.