El 17 de junio, Alberto Guitián comunicaba al Real Zaragoza su negativa a renovar el contrato con el equipo aragonés y firmaba como nuevo jugador del Real Valladolid. El 16 de julio, Marcelo Silva se decide a fichar por el Real Zaragoza tras haber acabado contrato con el Real Valladolid y no contemplar la opción de seguir en Zorrilla que le había planteado el club castellano y que ha estado vigente hasta las últimas horas. De este modo, en solo 29 días, las direcciones deportivas zaragocista y pucelana han intercambiado, accidentalmente y sin haberlo buscado ex profeso, a dos defensas centrales con vitola de titulares de cara a la próxima liga. Se trata de una curiosa maniobra de mercado, inusual y rara, que acaba de consumarse entre ambos clubes de la Segunda División española.
Al central uruguayo del cuadro vallisoletano, Paco Herrera, su nuevo entrenador, era de los pocos a los que trasladó su deseo de que continuase en la plantilla del curso próximo. El extécnico del cuadro zaragocista ya había entrenado a Marcelo Silva hace dos años en Las Palmas -lograron ascender a Primera derrotando en la promoción al Zaragoza- y sabía de su potencial y capacidad para asimilar inmediatamente el modo de jugar de Herrera. A Guitián, el responsable del área deportiva zaragocista, Narciso Juliá, le presentó una oferta de continuidad y asentamiento en el equipo aragonés al valorar positivamente el rendimiento del cántabro en sus cuatro meses y medio como defensor blanquillo, a donde había llegado en el último minuto del mercado invernal -1 de febrero- procedente del Sporting de Gijón al lesionarse de importancia Vallejo en el partido del fin de semana anterior en Almería. Juliá sacó de la penumbra de El Molinón a un desconocido Guitián y lo puso en el escaparate con aquella sorprendente decisión y pensó que el central, que llamó la atención en positivo durante muchas jornadas, podía ser un referente para la renovación del Zaragoza del futuro.
Al final, ni uno ni otro han respondido a lo que Valladolid y Real Zaragoza tenían programado al inicio del verano. Si todo hubiese transcurrido con cierta lógica, según los criterios que regían a principios de junio, lo que más probabilidades tenía de consumarse era que Marcelo Silva siguiera en Zorrilla y Guitián en La Romareda. Sin embargo, en operaciones diferentes, alejadas e inconexas una de otra, tanto en el tiempo como en los personajes protagonistas, el destino los ha cruzado a mitad de camino y Guitián jugará en el Valladolid y Marcelo Silva lo hará en el Real Zaragoza. Un cambio de cromos reflejo, no buscado, que abre las puertas a las comparaciones en lo sucesivo.