Artículo de Roberto Martín para Pucela Fichajes. Sr_Grakan

Cuando eres aficionado al futbol, o más concretamente a un equipo de futbol, la pasión por un escudo o por los colores de una camiseta puede demostrarse de varias formas. El sábado en el José Zorrilla tuvimos varios ejemplos de esta teoría.

La federación de Peñas del Real Valladolid había convocado a todo seguidor (o seguidora) a recibir al equipo al llegar al estadio. Hacia tiempo que no se veían estas cosas en Valladolid, bien porque el público de por sí es frío y poco dado a mostrar este sentimiento, bien porque la situación no invita a demostrar nada. Todo aquel con el que lo comenté, me decía lo mismo: ¡los pelos como escarpias!. Cánticos, papeles, una pancarta motivadora, banderas, bengalas y sobre todo gente. Mucha gente. Se echaba en falta esto. Se acabó el erial.

El otro fue el efecto llamada. El club regalaba dos invitaciones por carnet y, seamos justos, no creo que se llegara a los efectos deseados, no hubo lleno. Ni de lejos. Pero si que se veía algo que para mi es un dato muy positivo, y que el club debería tener en cuenta: había mucho padre con niños. Mucha cantera. Y eso es muy bueno Carlos. Es el futuro. Nunca me cansaré de pedir al club mas acciones de relaciones sociales: visitas a colegios de los jugadores, entrega de invitaciones. Ellos son los próximos carnets del tipo “anda papi que he aprobado todas, hazme socio del Pucela”.

El último fue la implicación de las peñas en la animación. Que un estadio esté callado, cuando los jugadores lo que necesitan es sentirse arropados, no hace mas que agrandar la situación de desunión, de ruptura entre partes. Divorcio. Pues el sábado afición y equipo se quisieron un poco más. Hubo cariño. Y los jugadores, al acabar, se lo reconocieron acercándose a ambos. Un gesto precioso.

Y por último, el ejemplo definitivo.

Imaginen que una web, la nuestra por mas señas, Pucela Fichajes, sortea entradas para ver ese partido. Imaginen por un momento que sigues las instrucciones al pie de la letra con la esperanza, y confiando en la diosa Fortuna, que te toquen para poder ir. Y va y te toca. Ole, ole. Imaginen cambiar sus planes el fin de semana por ir al estadio, convenciendo a tu pareja en plan “anda cari, si es que me las regalan y es el Valladolid”.

Pues ahora el triple mortal hacia delante y sin red: imaginen que viven a 620 kilómetros del José Zorrilla. Ale hop.

Y si, vino.

De hecho hubo agraciados en Valladolid que rechazaron las invitaciones y tuvimos que volver a sortearlas. 620 kilómetros para ver un partido de futbol. Un partido de tu equipo. No paró de darnos las gracias. Amable como pocos. Y sabía de futbol como pocos. Aprendí muchísimo a su lado.

Ahora me toca a mi: gracias por hacerme apreciar aun mas esta locura del futbol; gracias por enseñarme aspectos tácticos desconocidos; gracias por tu tono calmado y analítico; gracias por haber venido.

No se si en el club alguien (jugadores, staff, dirección, …) leerá alguien estas líneas. Si lo hace, por favor, digan: “Gracias, Luis”. En alto, con orgullo, aficionados así hay muy pocos. “Muchas gracias, Luis”.

Desde 620 kilómetros, seguro que dirá, con voz calmada: “de nada”. Con eso basta. Eso lo dice todo.

¡Aúpa Pucela!