Dos jugadas a balón parado, que transformaron Cendrós en propia y Óscar, terminaron por darle los tres primeros puntos al Pucela, pese al sufrimiento con otro gol de Cendrós en la portería acertada.
El Real Valladolid se llevó los tres primeros puntos de la temporada después de imponerse por 2-1 a un Mallorca peleón, pero con todavía mucho camino por delante para formarse, en Zorrilla. Cendrós en propia puerta y Óscar, ambos a la salida de un córner, pusieron en ventaja a los de Rubi, aunque el propio jugador del Mallorca recortó diferencias y metió el miedo en el cuerpo a la grada, si bien los blanquivioleta terminaron por llevarse el gato al agua. Todo hay que decirlo, los de Rubi salieron con la idea de pretemporada todavía en la cabeza. El Mallorca no se encuentra en una situación institucional cómoda como para encima andar desesperándose con lo deportivo, de manera que los de Karpin salieron a morder. Fue solo un espejismo. Pronto los blanquivioleta empezaron a imponer su ritmo y a demostrar el juego de los amistosos de verano. Esa fue precisamente una de las claves del partido. En solo este primer encuentro, el Real Valladolid pareció tener más identidad que en los 38 de la temporada pasada. Un conjunto que busca el toque, el entrar por una banda, por otra, lo intenta por arriba, por abajo, por donde sea. Y eso gusta al público, claro, que por cierto tampoco acudió en manada. Apenas 8.000 valientes que desafiaron al calor de agosto. En esas que el Pucela comenzaba a gustarse cuando decidieron hacerle el trabajo. Jeffren, de lo más participativo durante todo el partido, puso un saque de esquina al área y Cendrós, en su desesperación por despejar, acabó por hacer el horror a Cabrero. Era el primero de la temporada y la confirmación de unas buenas sensaciones. El buen feeling siguió hasta el descanso, donde los de Rubi dejaron otro par de destellos de calidad que encandilaron a la grada, mientras Karpin se preguntaba en la grada qué hacer. Llamativo el detalle de que Jesús Rueda y Marc Valiente se intercambiaran continuamente las posiciones de central, algo que nunca se le ocurrió probar a Juan Ignacio Martínez. El juego había comenzado. La segunda parte fue otro cantar. No solo porque el Real Valladolid rebajara el ritmo cuando todo parecía hecho, que también, sino porque las imprecisiones se adueñaron por momentos del equipo. Cabe destacar el trabajo de André Leao en el centro del campo, que se llevó de todo de Zorrilla. Una colección de pases geniales, de patadas rivales y de aplausos de la grada. La cuestión es que pronto supo perforar de nuevo el Pucela, otra vez en un saque de esquina. La pone Jeffren, rebota a las piernas de Óscar, que parecía en fuera de juego, y para adentro sin oposición. No era el día del Mallorca. Y ahí es cuando pecaron los de Rubi. Visto el resultado favorable, cometieron el mismo error que el que tenían enfrente. El juego de bandas se volvió todavía más impreciso, la defensa se desordenó parcialmente y Cendrós, esta vez sí, vio la suya en otro córner para ajustarla pegadita al palo de Dani Hernández. Al Real Valladolid se le cayó el mundo encima. La grada tragó saliva. El Mallorca estiró líneas. Se olía el empate, pero por suerte para los intereses locales, no llegó. A los bermellones se les vio verdes como equipo, todavía sin formar, y eso probablemente fue lo que salvó los tres puntos, además del hecho de que poco a poco, con el cambio de Álvaro Rubio, el equipo recuperó la cabeza. El disparo al palo de Pereira a unos minutos del final pareció la confirmación de que el Mallorca no marcaría. Los tres primeros puntos se quedan en Zorrilla y el Pucela comienza con buen pie, a espera de ganar en rodaje y en galones.
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