El Real Valladolid jugó a la ruleta a rusa en Sevilla y perdió. Jugó al “todo y nada”. Quiso ganar y no pudo ni amarrar el empate que le permitía llegar a la última jornada dependiendo de sí mismo, es decir, que le otorgaba la permanencia en caso de vencer al Granada en la última jornada.


Tras perder con el Real Betis por 4-3 en un partido disparatado en el que fue ganando por tres veces en el marcador y acabó perdiendo, el equipo blanquivioleta solo podrá mantener la categoría si gana el próximo domingo, a partir de las 18 horas, y pinchan Osasuna, Getafe o Almería. Para el Real Valladolid “pinchar” significa que Osasuna no gana o bien Getafe o Almería ni siquiera empatan.

Si el Real Valladolid gana al Granada –todo pasa por vencer al equipo andaluz en Zorrilla para adelantarle en la clasificación- y se da uno de los tres resultados antes citados: o bien Osasuna no gana en El Sadar al Real Betis o bien el Almeria pierde con el Athletic en el Estadio Juegos Mediterráneos o bien el Getafe pierde en Vallecas ante el Rayo, el Real Valladolid seguirá en Primera. En caso contrario, bajará a Segunda división.

Con el empate en el Benito Villamarín el Real Valladolid hubiera tenido que ganar igual al Granada para salvarse, pero dependía de sí mismo: ganando al Granada seguía en Primera y si no lo hacía se iba a Segunda. Ahora, deberá derrotar al equipo andaluz y esperar que le acompañe al menos uno de los resultados de sus rivales.

En cualquier caso, el Real Valladolid no puede detenerse ni un solo segundo a lamentar lo que podría haber sido y no fue. Tuvo la victoria en su mano, ya que se adelantó por tres veces en el marcador y con el 2-3 (anotado de penalti por Javi Guerra en el minuto 59 tuvo bastante controlado un partido disparatado en su primera hora de juego en el que sencillamente no hubo defensas y el fútbol se convirtió en un juego de ruleta rusa.

Pero todo fue un espejismo. Rubén Castro empató en el minuto 78 y en el descuento, de una falta directa muy lejos de la portería, con un balón bombeado que sorprendió y sobrepasó a Jaime, Juanfran descerrajó el 4-3 al Real Valladolid. El resultado final podría haber sido ese o 3-5, pero ya da igual…

El Pucela tiene ahora por delante siete días para limpiar su cabeza, olvidar el partido de Sevilla, pensar que lo sucedido esta tarde en el Benito Villamarín no ha sido sino un capítulo más de su endeblez fuera de casa, y convencerse de que el Estadio José Zorrilla sí ha sido capaz durante toda la temporada de competir y dar la cara ante todos los rivales, incluso ante los más grandes. Si gana al Granada y baja será el momento de llorar. Pero también es muy probable que si gana al Granada alguno de sus rivales falle.