Alberto Marcos dice que los futbolistas de la plantilla no acaban de creerse la «clase» y «calidad» que poseen
El Real Valladolid de la ‘era JIM’ presenta sombras y luces. En doce jornadas ha sumado once puntos y partidos como el disputado el pasado domingo en Almería incrementan las dudas sobre el nuevo proyecto. Los análisis se suceden en el vestuario, pero también en la zona noble, donde el director deportivo tiene su propia visión del equipo que, trabajosamente, ha conformado. De reunión en reunión, Alberto Marcos observa una cuestión más psicológica que futbolística, ligada a esa segunda campaña en la élite que siempre se considera mucho más complicada que seguir la estela del ascenso en el retorno a la máxima categoría.
Marcos se toma unos segundos antes de contestar a una cuestión: cuáles son los problemas que, a su juicio, sufre el equipo en la actualidad. Y ahí el máximo responsable futbolístico del Real Valladolid observa cierta crisis de identidad y baja autoestima.
«Yo pienso que el equipo no se cree ahora mismo la clase de plantilla que es. Los propios jugadores se están poniendo mucha presión y hasta que no se liberen un poquito no vamos a llegar al nivel óptimo», subraya el director deportivo.
Marcos va a repasar esta semana el momento de todas las escuadras del campeonato para refrendar una idea. Como bloque, el Real Valladolid posee una calidad que no tienen otros conjuntos. «Me puedes llamar prepotente o egocéntrico. Veo muy buenos jugadores en la liga española, pero como grupo yo estoy muy contento con mi equipo. Me cabrea que ellos mismos no sepan la clase de jugadores que son».
El director deportivo del Real Valladolid ha visto los fogonazos de calidad que suelen aparecer cuando el equipo se sacude la ansiedad y debe recurrir a la épica para remontar partidos peliagudos. «Son ellos los que se meten la presión», insiste Marcos. «Y hay que liberarles. La prueba la tenemos con los conjuntos ante los que íbamos perdiendo, excepto el Almería, donde el equipo se quita esa losa y comienza a jugar. Y además lo hace francamente bien, saca ese orgullo y remonta contra dos entidades muy fuertes. Debemos fortalecer eso, y yo el primero. A ver de qué manera me busco las habichuelas para hacerles ver que confío mucho en su calidad. El entrenador que tenemos es muy metódico como para que ellos mismos vean que se está trabajando de maravilla».
Alberto Marcos recuerda los rostros de los jugadores tras el empate a dos que rescató el equipo ante la Real Sociedad y que pudo convertirse en una victoria si Ebert llega a transformar el penalti en el último minuto. «Vi sus caras de enfado y me enorgullece, pero me cabrea que no sean ellos desde el principio. Y a ver de qué manera se lo traslado. A mí lo único que me molesta es que no seamos nosotros mismos. Si vamos al Bernabéu, Vallecas o cualquier otro campo y nos ganan, pues mala suerte. Yo estaré contento si somos nosotros».
Fallos
Fruto del bloqueo mental que observa Marcos, llegan los «errores tontos y las imprecisiones». «Nosotros, que nos hemos caracterizado por tener un buen criterio con el balón… Hemos visto fallar a Jesús Rueda, que es un seguro de vida para nosotros y lo va a seguir siendo… Pero ya no digo solo Jesús, sino otros jugadores. Que no, chicos, que esto es más fácil de lo que lo estamos haciendo. Y estoy convencido de que lo va a ser, porque son muy buenos futbolistas», subraya.
El partido del pasado sábado en Almería no dejó satisfecho a nadie ni tampoco a Alberto Marcos («es un choque que tengo que calificar de otra manera»), pero en muchos otros encuentros de la temporada, el director deportivo sí ha visto la vena competitiva de su equipo «con sus cosas mejores o peores, pero siempre dando el do de pecho». El Real Valladolid que buscaba la internada por una banda, veía que no prosperaba, pero tocaba y tocaba a la espera de horadar la defensa rival.
Últimamente, ha llegado la precipitación. «Veo al equipo tan ansioso que quiere llegar arriba y meter el gol muy rápidamente. Que no, que nosotros no hemos sido eso nunca. Contra la Real, por ejemplo, entrábamos por la derecha, Patrick cambiaba de orientación, buscábamos la banda izquierda… Esos somos nosotros. El criterio, la alegría con el balón, creérselo, tocar. Que la gente disfrute de su equipo. Nos está costando. Lo vemos por rachas».
Fichajes
Alberto Marcos se muestra prudente cuando se le pregunta por el poco protagonismo que han tenido hasta la fecha algunos refuerzos. «En la decisión del entrenador no me voy a meter. Yo puedo tener un punto de vista, pero el que saca a los jugadores es el técnico. Y el equipo compite. Yo voy a muerte con él».
Con la apertura del mercado invernal a menos de dos meses vista, el director deportivo ya anuncia que la posibilidad de que lleguen refuerzos es reducida. «Veremos, pero la situación económica es la que es. Para mí la mayor alegría llegará cuando el equipo sea lo que venía siendo en los últimos años. Estoy convencido de que lo vamos a lograr».
Sin embargo, el trabajo no cesa en los despachos del estadio José Zorrilla. Allí se suceden los nombres de futbolistas con visos de vestir en el futuro la camiseta blanquivioleta. Alberto Marcos y su equipo de colaboradores saben que el Real Valladolid debe andar listo para ir atando operaciones. «Siempre intentas ser prudente y adelantar pasos, especialmente nosotros que somos el club con menos presupuesto de la Primera División española. Si hay que trabajar más que los demás, ahí estaremos. No sé si los otros equipos tienen más ajetreo en verano: nosotros lo vemos aquí todos los días. Estamos obligados a intentar adelantarnos. Más que nada porque hay jugadores que al final han venido al Real Valladolid de equipos importantes. Es trabajo que viene de atrás y hecho con tiempo».
De vuelta al presente, Marcos se muestra convencido de que la dinámica va a cambiar y que el equipo blanquivioleta acabará certificando la permanencia sin excesivos apuros. «Yo veo, por ejemplo, el partido Málaga-Betis y no me transmite la alegría que sí me transmite mi equipo. A lo mejor es que yo estoy muy enamorado de los míos o que los defiendo demasiado, pero lo digo como lo pienso».