El vallisoletano apostó por quedarse en el Promesas, brilló, y ahora volverá al primer equipo

Quique González Casín (Valladolid, 1990) empezó a vivir días muy felices en el verano de 2008. Entonces, todavía en categoría juvenil, inició la pretemporada con el primer equipo del Real Valladolid a las órdenes de José Luis Mendilibar y viajó a la concentración de Mierlo (Holanda). También apareció en los entrenamientos veraniegos en 2009, aunque entonces no formó parte de la expedición blanquivioleta a la localidad inglesa de Ashby de la Zouch. En 2010, y de la mano de Antonio Gómez, debutó con el primer equipo en Segunda División y fue utilizado en otros cinco partidos de Liga con Abel Resino como técnico.
Su progresión blanquivioleta se frenó cuando Miroslav Djukic llegó al banquillo vallisoletano. El técnico serbio no contó con él en su primera temporada (2011-2012) y Quique se marchó cedido a la UD Logroñés, en Segunda B.
El pasado verano volvió a quedarse por segunda vez consecutiva fuera de la concentración en Mondariz, Djukic dejó claro que no encajaba en su proyecto y el Real Valladolid le buscó una salida. Esta vez en el Guijuelo. Pero la supuesta cesión, anunciada oficialmente por los dos clubes, nunca llegó a ejecutarse. Porque, en realidad, la entidad blanquivioleta quiso rescindir entonces el contrato con el delantero. El futbolista se opuso. No hubo acuerdo a la hora de firmar el finiquito y Quique tomó una decisión arriesgada: como Djukic no le quería en la primera plantilla, volvió al Real Valladolid B, en Tercera.
Allí, arropado por todo el vestuario del filial, Quique se convirtió en uno de los estandartes del equipo. La campaña recién concluida se destapó con 19 goles para erigirse en el ‘pichichi’ del Promesas. Esos tantos le han servido como terapia para su resurrección blanquivioleta. Y este verano volverá a iniciar la pretemporada con el primer equipo del Real Valladolid.
«Si miro la situación en la que estaba el pasado verano y cómo ha acabado la temporada, solo puedo estar contento», explica Quique. El vallisoletano tuvo que recurrir a su fortaleza mental. «Al final es la confianza en uno mismo lo que te hace tirar para adelante. La confianza y el trabajo. Y lo más importante fue que los partidos salieron bien. Fue duro, eso está claro. Pero hay que tirar para arriba, sobreponerse, decir ‘aquí estoy yo’ y dar la vuelta a la situación».
Súbitamente, Quique González se vio de nuevo en el filial blanquivioleta. De luchar por ganarse un hueco en Primera a jugar en Tercera.
«Es difícil mentalizarse, pero al final no te queda otra. Venía de estar un año prácticamente en blanco y lo que necesitaba era participar en el terreno de juego, hacerlo bien y lograr goles. Gracias a Dios, ha salido bien».
En su resurgimiento, resultó fundamental el hábitat del vestuario y especialmente la figura de Javi Torres, un entrenador capaz de recuperar para la causa blanquivioleta al prometedor canterano. «Ya se lo dije a personalmente. Es de agradecer lo que ha hecho él, al igual que el resto del cuerpo técnico y los compañeros. El trato que han tenido hacia mí ha sido de diez».
Quique González no quiere pensar mucho en las sensaciones que le invadieron el pasado verano. Cuando se le pregunta si se sintió injustamente tratado, prefiere pasar página. «Las circunstancias vinieron como vinieron. A ver, de nada sirve mirar lo que te hayan hecho en el pasado. El caso es que hemos dado la vuelta a la situación deportivamente. Lo que queda es mirar al futuro y disfrutar del presente».
Con contrato hasta el 30 de junio de 2014, Quique es a todos los efectos jugador del primer equipo del Real Valladolid. Y su confianza ha recibido un fuerte impulso tras su paso por el filial. «Cuando empiece la pretemporada seré uno más. Quiero luchar y decir ‘aquí estoy yo’. Está claro que jugar en Tercera no es lo mismo que hacerlo en Primera. Hay mucha diferencia, pero yo siempre he querido llegar lo más alto posible. Llegas o no llegas, pero por trabajo no va a quedar. Quiero empezar a tope a la pretemporada para agradar al nuevo entrenador».
Quique rozó la Primera División al entrar en la última citación de Miroslav Djukic en Mallorca. No debutó, pero le agradó la experiencia. «Una convocatoria con el primer equipo en la élite siempre te ilusiona al máximo. Mejor ir convocado que quedarte en tu casa, aunque no juegues. El míster hizo los cambios que hizo y punto. No hay que decirle nada. Bien hecho está».
Canterano blanquivioleta desde categoría alevín C, Quique vivió aquella primera pretemporada de 2008 con otros compañeros como Carlos Lázaro o Jesús Rueda, con los que se reencontrará el próximo 8 de julio. Rueda se ha convertido en un referente para él: «Salió de la cantera y ahora se ha hecho con un hueco en el primer equipo. Eso es de valorar. Yo me he mirado en compañeros como él, que han llegado a la élite. Imagino que los más pequeños se mirarán ahora en nosotros. Es un ciclo que va a ser así toda la vida».
Fuente: Norte de Castilla