“Salgo a tomar un poco el sol, que estoy muy pálido”, reía este jueves Anuar en los Anexos. Se han cumplido ya tres meses y medio desde su paso por el quirófano a causa de la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha, y el canterano continúa con su trabajo constante para avanzar en la recuperación. En todo este tiempo, mucho dolor y mucho gimnasio, mucha camilla y mucha piscina. “Voy viendo un poco la luz al final del túnel, es verdad que aún tengo dolores y molestias pero cada día que pasa estoy un poco mejor, paso a paso”.

Anuar, que cumple otro sueño de la infancia al ser esta temporada uno de los capitanes de la primera plantilla, ejerce también un intenso trabajo en la sombra para ayudar al grupo de la única manera que puede hacerlo ahora. Con su positividad, con su aliento, con su corazón y con su sangre blanquivioleta. Y, como siempre, se muestra optimista respecto al futuro de su Pucela. “Tengo clarísimo que tenemos un gran equipo, grandes jugadores, un gran entrenador y una gran afición. No veo otra cosa que no sea quedarnos en Primera División”. Y es imposible no venirse arriba.

Porque lo que dice Anuar se escucha con el respeto que se ha ganado sobre el césped y fuera de él. Porque Anuar es de los nuestros y tiene razón cuando dice que el equipo ha seguido “esforzándose en cada entrenamiento” en esa larga mala racha de resultados con la ilusión de que llegara una victoria. Tuvo que ser en Zorrilla, claro, gracias a la unión entre todos los que llevan el escudo tatuado en el corazón, como él.

Somos jugadores que nos tenemos mucho respeto y nos queremos mucho, prácticamente los mismos que el año pasado conseguimos ascender con mucho trabajo. El equipo recuperó sus señas de identidad: pelear cada balón y darlo todo por el compañero, y cuando eso sucede Zorrilla te empuja y el rival lo va notando. Nuestra gente siempre ha estado con nosotros, son un apoyo muy grande y los necesitamos”.

Larin remató el centro de Machís junto con otras casi 20.000 almas que explotaron para celebrar un gol que servía para romper muchas malas rachas. Y Anuar volvió a sonreír, como siempre hace, sabedor de que también fuera del campo es parte fundamental del grupo y de cada éxito.