Contento por volver a la sala de prensa, sentarse y responder a las preguntas. Y es que Kiko Olivas vuelve a sentirse futbolista después de que este domingo comenzase a entrenar con el grupo tras ocho meses al margen debido a la grave lesión que sufrió en su rodilla. Un periodo de tiempo duro pero del que ya se ve su final.

«Los peores momentos fueron al principio, te sientes incapacitado, que no sirves para nada. Es difícil de asimilar. Luego, recuperar la movilidad de la rodilla es costoso, un dolor bastante intenso, y lo pasas mal, hay momentos donde no ves ese progreso y sientes que la cosa no va para adelante» relató el defensor, con ese aprendizaje presente pero ya con una nueva cara: «Tenía muchas ganas de volver a entrenar, sentirme parte del grupo, fueron buenas sensaciones y un día muy bueno. Estamos en la última fase, la de coger sensaciones de campo, ritmo de competición, y es una parte ilusionante para mí, la recta final».

El jugador, que reconoce no tener una fecha marcada para volver a estar en una convocatoria, simplificó sobre ello que «cuando me encuentre bien será el momento, todo dependerá de cómo se adapte la rodilla a estos entrenamientos mucho más exigentes».

La confianza, clave
Con un nuevo punto de vista, el que te aporta ver el fútbol desde la grada, Kiko Olivas reconoce que esta temporada «las cosas no han salido como esperábamos, pero en los últimos partidos el equipo ha recuperado su identidad, demostrándolo en el campo». También considera que «ha faltado un poco de suerte, un poco de todo, para cerrar esos resultados que teníamos a favor y con los que todo se vería desde otro punto de vista, ajustando un par de detalles todo va a ir mucho mejor».

«Hemos tenido circunstancias inexplicables de mala suerte, de lo que sea, que influyen en lo anímico muchísimo. Son golpes duros, difíciles de asimilar. Pero al final hay que levantarse de estas cosas, lo hicimos y lo volveremos a hacer, es lo grande de este equipo. A lo largo de estos años recuerdo varios golpes sufridos muy importantes y nos levantamos, y nadie se acuerda ya de esos momentos», completó.

Por todo ello, Kiko Olivas, con su experiencia, insistió en que «esto es una cuestión más de cabeza, de confianza» y ahí ha residido su fuerza estos meses en los que trataba de arropar a los suyos. «Que sintieran que son buenos y tienen argumentos para ganar partidos, ellos dentro del campo no lo perciben así porque las cosas no salían, y yo intentaba dar ese punto de vista, de tener tranquilidad y dar garantías de que todo va a salir bien» indicó, con la humildad de quien dice «no ser nadie para dar consejos».

En su nuevo rol sufrió el defensor al no «poder arrimar el hombro, verlo desde fuera y no poder hacer ha sido muy duro para mí, ojalá me queden pocos partidos de esa forma porque estoy deseando dar todo por mis compañeros, ese máximo, vengo con fuerza».

Por último, Kiko Olivas defendió al vestuario al ver allí a «un grupo de jugadores que lo da todo en el campo, con esfuerzo máximo, y me duele que no se confíe en ellos ya que veo lo que trabajan y lo que sufren», y concluyó al considerar que «transmitir confianza ayuda a que no se cometan errores, que las cosas salgan mejor; las cosas van a estar apretadas hasta la última jornada y tenemos que llegar ahí con plenitud de garantías y ese saber estar para jugar esos últimos partidos clave».