El Real Valladolid volverá a disputar un partido de fútbol. Será este sábado 13 de junio a las 19:30 en el Estadio Municipal de Butarque ante el Leganés. 

Hace unas semanas que debería haber terminado la Liga. Cuando llegue el sábado, hará más de tres meses que se debería haber disputado este encuentro que, por aquel entonces, adquiría tintes dramáticos para ambos equipos. Sin embargo, el sábado, nos encontraremos con unescenario totalmente distinto por ser, a todas luces, desconocido.

Y es que las incógnitas sobre el estado de forma de los equipos de primera división van más allá de las que puede generar un inicio normal del campeonato en el mes de agosto y las dudas y preguntas sobre cómo será esta “mini-liga” exceden el conocimiento de cualquier aficionado.

En marzo teníamos claros varios aspectos como que el Valladolid tenía muchos problemas ofensivos y alguno que otro defensivo. El Leganés había contado con el efecto Aguirre pero se estaba diluyendo. El Pucela afrontaba el choque contra los pepineros tras una abultada derrota en casa ante el Athletic que hizo bastante daño a la parroquia blanquivioleta.

Ahora todo eso está ya olvidado, solo es un vago recuerdo y la única que no ha cambiado desde hace tres meses es la clasificación. Esa clasificación en la que el Pucela se encontraba a 4 puntos del descenso y a 6 de su próximo rival; ahora bien, esa diferencia a partir de ahora ¿es suficiente, o es escasa? La realidad es que nadie lo sabía antes y mucho menos ahora con tantas incógnitas.

Incógnitas que van desde el estado físico de los jugadores hasta el saber cómo se adaptará cada uno al hecho insólito de jugar en un estadio vacío sin el aliento de su público pero también sin los gritos en contra de la afición contraria. Del Valladolid que dejamos hace más de tres meses al que encontremos mañana habrá seguramente muchas similitudes en todos sus conceptos de juego básicos, sin embargo, no cabe duda de que el resto de condicionantes pueden resultar claves de cara al resultado final de este minicampeonato. 

¿Seguirá siendo el Pucela un equipo más o menos sólido? ¿Veremos al fin a Ben Arfa marcando diferencias y demostrando su calidad? ¿Tendremos alguna sorpresa (positiva o negativa) de aquí al final con algún jugador de la plantilla? ¿Cómo manejará Sergio sus efectivos en esta maratón de partidos con cinco cambios? ¿Cómo afectará a cada miembro del equipo el hecho de jugar a puerta cerrada? Demasiadas preguntas cuyas respuestas habrá que ir descifrando a su debido tiempo con el desarrollo de los acontecimientos. 

Para terminar, quería hacer un inciso en esta última cuestión formulada; la de jugar sin público. Hasta ahora se ha hablado fundamentalmente de nosotros, los aficionados que no podremos ver a nuestro equipo en directo en el estadio pero… ¿Y los jugadores? Pese a ser profesionales ¿Cómo se adaptarán a esta situación? Hay futbolistas que son mejores con el apoyo de su público, así como les hay que se crecen ante los gritos adversos. También, por supuesto, los habrá que se amilanen en cualquiera de las dos situaciones y que ahora puedan lucir más sin la presión de la grada; será curioso y en algunos casos sorprendente ver cómo reaccionan algunos y quizá nos llevemos alguna que otra sorpresa o decepción.

Por el momento, veremos qué pasa mañana porque, al fin y al cabo, de lo que se trata es de que al final de estos once partidos, el Pucela logre mantenerse en Primera División para que el año que viene unos y otros, aficionados y jugadores, podamos planificar la próxima temporada con nuestro equipo en lo más alto.