Ayer era un partido clave para puntuar y dejar muy sentenciada la permanencia, el Huesca parecía un rival débil y quizás fue la trampa para este Real Valladolid.

Parece que con los rivales directos no salimos tan concentrados y lo peor es que no aprendemos de ello. Rayo, Leganés y ahora Huesca nos han pintado la cara y siempre por el mismo motivo: falta de Intensidad y excesiva relajación.

Con todo y con esto, es el peor partido con diferencia de la era Sergio González, mal en todas las líneas: defensa, centro del campo y delantera. La línea más sólida del equipo ha hecho aguas por todos lados, la media no apareció en todo el encuentro, y que decir de la delantera… tenemos pocas ocasiones y las que tenemos no las materializamos, y así es muy difícil conseguir algo positivo.

La llegada de Guardiola nos da más movilidad y más espacios para los segunda línea, pero hay que ser más efectivos y marcar, porque mal vamos si perdonamos tanto. Si bien esto debería ser sólo una piedra en el camino y hemos tropezado con ella, debemos de pasar página y ya desde hoy empezar a pensar en el partido del viernes contra el Villarreal, ya que si salimos como sabemos seguro que plantaremos cara y sabremos competir.

No quiero terminar mi artículo sin poner el punto de mira en el VAR, que si bien no ha sido decisivo, si que cuando menos ha interferido en dos jugadas dudosas, perjudicando al Real Valladolid en dos fuera de juego. Las cosas parece que comienzan a complicarse, pero lo cierto es que la clave como pudimos ver el año pasado es llegar bien al final de temporada, como digo siempre, SI FUERA FACIL NO SERÍAMOS DEL PUCELA.