Nacho Lewin es uno de los grandes periodistas deportivos de nuestro país. Consiguió la popularidad gracias al programa El día después de Canal Plus. Se considera vocacional en su trabajo y muy sentimental con los suyos. El fútbol es su pasión, su ilusión el vivir día a día, y su mayor tesoro, su familia y amigos. Dice que ama la vida, el fútbol y dice que el truco para mantenerse joven es seguir teniendo ilusiones.

¿A qué se dedica actualmente y qué otros proyectos lleva entre manos?

En este momento soy editor de revistas dedicadas al mundo del deporte. Y, de cara al futuro, tengo todas las puertas abiertas. Como soy muy inquieto y abierto, y ya he hecho tantas cosas diferentes en mi vida, no dudo de que en el futuro próximo pueda hacer cualquier cosa. Es lo bonito de la vida, no saber qué pasará mañana ni donde estarás.

¿Recuerda con nostalgia sus inicios en el periodismo?

Con nostalgia no, porque la nostalgia es un error. Yo no me arrepiento de nada de lo que he hecho. En todo caso, me puedo arrepentir de cosas que no he hecho. Y mis comienzos fueron como una especie de liberación, el decir y contar lo que quería. Eso sí, con una dosis no pequeña de ingenuidad y romanticismo, que, por otra parte, sigo manteniendo después de tantos años.

Mis inicios fueron como una liberación, contaba lo que quería

¿Fue todo un camino de rosas o también tuvo que librar obstáculos para estar entre los mejores?

La vida nunca es un camino de rosas. En todo caso, de rosas con espinas. Porque, la vida en general (no sólo la laboral o profesional), es así. Y por supuesto que he tenido que librar muchas batallas, muchísimas, por defender mi independencia y mis ideas. Pero eso también forma parte de la vida, y le aporta un poco de pimienta, que también está bien. Si todo fuera bueno, no podría saberse la diferencia con lo malo.

¿Qué motivos le hicieron decantarse por la información deportiva?

Porque amo el deporte. Lo llevo en la sangre. Y empecé a escribir por la necesidad de hacerlo, y para contar lo que yo veía y vivía en las carreras de coches, que es a lo que me dedicaba entonces (además de a estudiar, claro).

¿El Programa “El Día Después” que usted presentaba, cree que ha sido el mejor espacio deportivo que ha habido?

Yo hice el programa que quería hacer. En realidad, hice el programa que yo quería ver, y que no veía en ninguna televisión. Con la idea, además, de que lo que hacíamos les iba a interesar no sólo a los amantes del fútbol, sino, sobre todo, a los que en principio no estaban interesados en el deporte rey (probablemente por desconocimiento, porque, cuando se conoce bien el fútbol, es imposible no amarlo). No sé si “habrá sido el mejor espacio deportivo que ha habido” (sería un tanto presuntuoso decirlo yo), pero sí que, pese a los años transcurridos, hoy día se sigue recordando y sirviendo como referente. Y eso, por supuesto, me halaga muchísimo.

¿Por qué dejamos de verle presentando ese programa?
¿Qué supuso en su carrera su experiencia en Canal Plus en El día después y en la cadena SER?

Para mí, ha sido una carrera marcada por la felicidad. Y, aunque pueda resultar un tanto petulante, marcada también por el éxito. Porque soy persona muy afortunada, y suelo aportar esa suerte al trabajo en equipo. En todo caso, yo entré en la Cadena SER en el final de los años ‘70 muchísimo antes de que nacieran las cadenas de TV privadas (1990). Y, en los años ’80, hice mucha televisión (pero detrás de la cámara, en tareas de dirección), en TVE, con programas de gran éxito de audiencia y gran apoyo de la crítica, como los “talk-show” de, “Esta Noche” ó “Si yo fuera Presidente”, que tenían más audiencia que los éxitos de audiencia actuales (aunque entonces no había más que una televisión, TVE).

Pero usted no sólo vio el toro desde la barrera también se atrevió a dirigir el Real Valladolid. ¿Le compensó personal y profesionalmente presidir un club de fútbol?

En la vida todo sirve, si sabes aprovecharlo. Incluso los éxitos. Pero, en este caso, me permitía cerrar el ciclo de mi vida dedicado al fútbol, donde he hecho de todo. Fue un trabajo muy duro, especialmente por las circunstancias externas al propio desempeño del cargo. También, porque yo mantenía un programa diario en la Cadena SER, por lo que tenía que multiplicarme para atender a todo. Con la consecuencia de dormir muy muy poco. Pero sólo puedo decir que fue gratificante y enriquecedor.

De usted también se sabe que es amigo íntimo de Valdano, Diego Armando Maradona, Sabina…. ¿Cómo les conoció a cada uno de ellos? ¿Cómo define su relación con ellos? ¿Cuál ha sido su último contacto con éstos y de qué hablaron? ¿Son muy diferentes en el trato?

Con Jorge Valdano, del que tantísimo aprendí del fútbol (porque es, de todos los del mundo del fútbol que conozco, el que más sabe y mejor lo cuenta), mantengo una relación estupenda, familiar y permanente. Desde que, en 1990, compartí con él “El Día Después”, nuestra relación no ha hecho más que crecer y profundizar. Hablamos y nos vemos con mucha frecuencia.

La vida es muy corta para lo muchísimo que me gustaría hacer

A Diego Armando Maradona le conozco desde 1991, cuando jugaba en el Nápoles y le tuve en una entrevista en “El Día Después”. Llegó bastante torcido (tenía muchos problemas con el fisco italiano), pero la larga entrevista (más de una hora en directo), centrada en el fútbol y sólo en el fútbol, le encantó, y él a mí. Desde entonces, cada vez que nos vemos (la última vez en el palco del Vicente Calderón) se muestra muy cariñoso conmigo.
Y a Joaquín Sabina, para mí el mejor poeta urbano de la segunda mitad del siglo XX, le descubrí gracias a José María Cámara (entonces presidente de la discográfica Sony), le llevé a la TV (“Esta Noche”) y fue un bombazo. Me enamoró desde el primer instante, y así seguimos, íntimos amigos. Y es que tengo la suerte de tener muchos y muy buenos amigos.

Tengo entendido que ha sido y es un galán. ¿Se pierde con los años ese lado pícaro por el sentimental?¿Ha tenido alguna conquista relevante que se pueda confesar?

Por dios, soy un caballero (jaja). Uno no cuenta sus relaciones sentimentales, eróticas o sensuales, por más que en algunos programas de la televisión actual no se hable de otra cosa. No sé si tengo un lado pícaro (probablemente sí, como todos), pero sí sé que tengo un enorme grado de sentimentalismo. Soy muy sentimental, y creo que el sentimiento es lo que nos distingue del resto de los animales. A mis hijos (los mayores y el pequeño) me los como a besos sin el menor recato, porque siento por ellos muchos más que amor. Y a mi mujer, no digamos. Y a mis amigos, igual, porque yo por un amigo, si hace falta, empiezo el Bachillerato otra vez.


Tiene fama de ser una persona que se cuida mucho. ¿Qué hace para mantenerse en forma y para tener siempre tan buen aspecto?

Hago una vida sana y deportiva. Como sano y hago ejercicio. Es que estoy en una edad muy difícil (jaja). Me he quitado todas las comidas de trabajo (en las que se come demasiado, se bebe, y se mantiene la reunión durante varias horas), y esa hora y media la dedico al gimnasio. Y, como soy tan entregado a todas las causas, no voy para pasar el rato, sino para machacarme y crecer en lo físico. Y la verdad es que disfruto muchísimo ese ratito. Y, además, me sienta bien y rara vez me pongo enfermo. Hay que darle años a la vida, pero también vida a los años.

¿De dónde saca fuerzas y ganas para llevar una vida tan activa a sus 63 años?

Pues, francamente no lo sé. Decía el grandísimo Victor Manuel, en una canción que le escribió a Ana Belén, eso de “si no fueras tan vaga, trabajarías menos”. Puede que a mí me ocurra algo parecido. Porque yo soy consciente de que, en el trabajo, soy uno más; mientras que no haciendo nada, soy un fenómeno. Vamos, capitán general (jaja). Y eso no es tan fácil, por más que parezca una broma.

¿Tiene miedo a la vejez?

Sólo se puede tener miedo al miedo.


¿Qué aprecia más de su familia y que valoran ellos más de usted?

Mi familia es lo mejor de mi vida. Lo mejor. Tengo cuatro hijos maravillosos, buenos, inteligentes, comprometidos socialmente, con una idea y una visión del mundo que ya quisiera para mí. Creo, sinceramente, que esta generación de jóvenes es muchísimo mejor que la mía. Por eso observo a mis hijos y aprendo mucho de ellos. Y de mi mujer, que me aguanta desde hace años, no puedo decir más que maravillas. ¡Si es que como decía antes, soy un hombre muy afortunado!. Y yo creo que ellos me valoran por lo mucho que les quiero.

En la vida todo sirve si sabes aprovecharlo

¿Algún sueño o meta por cumplir?

Tantos y tantos… Lo malo es que la vida es muy corta para lo muchísimo que me gustaría hacer. Las 24 horas del día no bastan. En todo caso, pienso que, mientras tienes ilusiones, sigues manteniéndote joven, por más que pasen los años. Cuando dejas las ilusiones de lado, y vives de los recuerdos, te haces viejo. No sé si viviré mucho tiempo (nadie lo sabe), pero si que me gustaría hacer muchísimas cosas más en lo que me quedé. Es como devolverle a la vida lo mucho que la vida me ha dado a mí.

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