ADMITÁMOSLO:cuando entreba al Madrid, José Mourinho daba rabia pero en algunas cosas tenía razón. Al usar el lamento y la excu sa como ejes de su discurso, muchas de sus quejas quedaban diluidas en la caricatura del personaje. “Ya está llorando otra vez” decíamos cuando después de un mal resultado se escudaba en cualquier argumento excepto el de asumir sus errores. Y ahí se quedaba la cosa. Pero ahora que ha pasado el tiempo y Mourinho está en Londres, podemos aceptar que alguna vez no iba tan desencaminado.

Me refiero al tema de los horarios. No fue de las quejas más utilizadas pero en alguna ocasión Mourinho denunció un trato desigual respecto al Barcelona en la designación de los días y los horarios de partidos. Es una cuestión sutil, de simples detalles, pero en unas ligas tan disputadas como las de los últimos años son precisamente esos detalles los que pueden acabar decantando el campeón. Recupero la figura de Mourinho y sus lamentos porque me llaman la atención algunos de los horarios en los que ha tenido que jugar el Barça últimamente.

La lamentable derrota en Valladolid escondió un detalle que desde el vestuario azulgrana se silenció porque no estaba el horno para bollos exculpatorios. No sirve como excusa para explicar el mal partido de Zorrilla pero jugar el sábado a las cuatro de la tarde, viniendo de una jornada de selecciones con más de la mitad de plantilla viajando por el mundo no parece lo más idóneo. Además, el horario del partido les obligó a viajar el día antes y a jugar en un césped más seco de lo que hubiera estado por ejemplo a las ocho.

Días atrás, el Barça perdió en Anoeta. Venía de jugar en Manchester y el partido se puso en sábado pudiéndose perfectamente en domingo, ya que por delante tenía una semana sin compromisos.

Son hechos de trascendencia relativa que no se pueden usar como excusa pero que en un equipo súper profesional como el Barça deben ser cuidados. Tener previsión y luego ser capaz de mover los hilos adecuadps n los despachoa correctos. Antes había quien lo hacía y Mourinho se dio cuenta.

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